miércoles, 14 de octubre de 2015

Colores en la espuma.

La ropa en el suelo y el agua corriendo vaticinan un momento de calma.

Se va llenando lentamente la bañera mientras me despojo de los colgantes, anillos y pinzas a ritmo de rock nacional. Me miro en el espejo y pienso en la tranquilidad que reina en la casa... <<Me voy a dar un señor baño>>, me digo al tiempo que meto mis pies en el agua templada.
Sigue cayendo agua y el jabón ya ha hecho espuma suficiente como para cubrir la superficie; me termino de tumbar y sumerjo durante unos segundos la cabeza bajo la mezcla al tiempo que cierro el grifo.

Al subir resbala, perezosamente, el rojo de mi pelo por los hombros dando un color sanguinolento al agua y un tono grana a las burbujas. Es muy hermoso de ver desde mi perspectiva... Contemplo el emerger de mis piernas entre la espuma y su sugerente brillo bajo la luz fluorescente. Estiro mis brazos y las acaricio despacio, bajando hasta mi cadera que queda oculta bajo el agua y subiendo después por mis costados hasta llegar a mis desnudos y mojados pechos.

Noto el latir de mi corazón, sereno por la paz del momento... Pero mi demonio interior se deja llevar por el rock que suena de fondo: Marea y su 'Como los trileros'.
Mis manos comienzan a pasear por mi cara y mi cuello y arrastran bajo las uñas los restos de maquillaje. Acaricio mis clavículas, mis hombros y mi nuca y vuelvo a bajar por mi pecho. No puedo evitar mimar mis senos con suma delicadeza ni marcar mis pequeños pezones con las yemas de los dedos. Suspiro y observo como asciende el vapor que expulso en cada bocanada. Recorro mi vientre con el dedo índice y llego a mi sexo cubierto por agua y espuma... <<No hay nadie que te escuche. ¡Hazlo!>> y en ese momento busco mi clítoris entre los labios y comienzo a dibujar pequeños círculos en el sentido de las agujas del reloj sobre él, provocándome gemidos que acompañan al temblor de piernas, a las uñas rasgando mi cuello y a los ojos vueltos de placer.

Los chillidos saltan la mampara estrellándose contra el techo, el vapor ya empaña los espejos y el ventanuco, el placer se disipa con cada palpitación, mis manos se dejan caer al agua.
Han pasado veinte minutos desde que paró la música. La espuma ha desaparecido; se ha fundido con el agua y reposa sobre mi piel, pero sigue teniendo ese rojo del principio, aunque yo veo muchos colores más ahora.

Me incorporo y me aclaro con la alcachofa.

"Si fueras un pecado capital, ¿cuál crees que serías?"

martes, 13 de octubre de 2015

Anécdotas secretas.

Un abrazo inocente que se convierte en cómplice de un secreto, un beso ingenuo en el lóbulo de la oreja derecha y una mirada de incredulidad. Sus ojos chocan, se observan tímidamente y notan sus respiraciones nerviosas y entrecortadas... Él se enciende un cigarrillo sin levantar sus ojos de la sonrojada muchacha que, por culpa de los nervios, se tapa la cara con las mangas de la chaqueta. Él interpreta ese tono rojizo como una llamada de socorro y la ayuda a bajar del peldaño en que se había subido para llegar a abrazarlo.

Al coincidir sus manos desnudas se hizo el silencio. Un silencio que arañaba sus entrañas, un silencio que agonizaba por trepar hasta sus labios y mutar en beso.

La imaginación de ella alza el vuelo y esboza lo que sucedería a continuación: Sus labios se encontrarían con el cuello de él y descenderían dejando un reguero de carmín y piel erizada tras de sí, sus manos jugarían a esconderse en los cabellos despeinados de él y lo arrastrarían hasta su clavícula derecha para volver a besarlo en la oreja... Pero esta vez con suspiro incluido. Seguidamente lo besaría en los labios y sus manos serpentearían a lo largo de su cuerpo mientras arde en deseos de arrancar sus ropas y poseerlo suavemente sobre los fríos adoquines de aquella callejuela.

Él se pregunta qué será lo que ella piensa mientras su mente le acaricia el cuerpo y sus ojos la desnudan salvajemente. También pierde la noción del tiempo elucubrando su encuentro: Al tiempo que ella gimiera en su oído, la rodearía con sus brazos apretándola contra su cuerpo, la agarraría del culo y la mordería los labios. Enredaría los dedos con los botones de su pantalón, bajaría la cremallera y erraría entre los muslos de la chica. 

Los dos miran hacia otro lado a la vez y se despiden. No hay cabida a su imaginación... No de momento.


"En otra circunstancia no te diría que no."