martes, 13 de octubre de 2015

Anécdotas secretas.

Un abrazo inocente que se convierte en cómplice de un secreto, un beso ingenuo en el lóbulo de la oreja derecha y una mirada de incredulidad. Sus ojos chocan, se observan tímidamente y notan sus respiraciones nerviosas y entrecortadas... Él se enciende un cigarrillo sin levantar sus ojos de la sonrojada muchacha que, por culpa de los nervios, se tapa la cara con las mangas de la chaqueta. Él interpreta ese tono rojizo como una llamada de socorro y la ayuda a bajar del peldaño en que se había subido para llegar a abrazarlo.

Al coincidir sus manos desnudas se hizo el silencio. Un silencio que arañaba sus entrañas, un silencio que agonizaba por trepar hasta sus labios y mutar en beso.

La imaginación de ella alza el vuelo y esboza lo que sucedería a continuación: Sus labios se encontrarían con el cuello de él y descenderían dejando un reguero de carmín y piel erizada tras de sí, sus manos jugarían a esconderse en los cabellos despeinados de él y lo arrastrarían hasta su clavícula derecha para volver a besarlo en la oreja... Pero esta vez con suspiro incluido. Seguidamente lo besaría en los labios y sus manos serpentearían a lo largo de su cuerpo mientras arde en deseos de arrancar sus ropas y poseerlo suavemente sobre los fríos adoquines de aquella callejuela.

Él se pregunta qué será lo que ella piensa mientras su mente le acaricia el cuerpo y sus ojos la desnudan salvajemente. También pierde la noción del tiempo elucubrando su encuentro: Al tiempo que ella gimiera en su oído, la rodearía con sus brazos apretándola contra su cuerpo, la agarraría del culo y la mordería los labios. Enredaría los dedos con los botones de su pantalón, bajaría la cremallera y erraría entre los muslos de la chica. 

Los dos miran hacia otro lado a la vez y se despiden. No hay cabida a su imaginación... No de momento.


"En otra circunstancia no te diría que no."


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