martes, 22 de agosto de 2017

Tarántula

¿Sabes lo que siente una mosca al enredarse en la tela de una araña?¿Esa adrenalina que recorre su pequeño cuerpo al tratar de liberarse? Esa sensación de pánico que poco a poco se apodera de ella y que hace que entre en completa tensión. La corazonada de saber que tarde o temprano aparecerá su boca y morderá en lo más profundo de la piel, paralizando cada músculo y dejando seco su ser.
Acechando está ella en una esquina, pendiente de cada movimiento inútil y cada inservible aleteo... va a ser su cena.
Se acerca y la pobre mosca distingue su silueta; bella y mortífera al mismo tiempo que, aún habiendo triunfado, se muestra firme. Con mucha suavidad posa sus patas sobre la indefensa criatura y, sin prisa, hinca los colmillos en su vientre.
La mosca se retuerce, aulla y gime bajo sus mandíbulas. Queda inmovilizada.

La tarántula se relame y utiliza sus extremidades para envolver en sus redes al pobre bichito.
Inocente y pálida, la mosca se vuelve mujer y la tarántula hombre cubierto de vello.

El pánico se convierte en éxtasis y los dientes ya no duelen; ahora hacen un recorrido constante entre el ombligo y la entrepierna dejando huellas de saliva y deseos.
Ella jadea cada vez más y más fuerte, él se deja llevar, creando entre los dos una danza acompasada entre las sábanas. Él sobre ella y ella sobre él se van haciendo menos daño; ya todo es placer entre embestidas salvajes.

Las respiraciones se agitan y se tornan más escandalosas. Él gruñe en la oreja de ella y ésta comienza a temblar. Los corazones se aceleran, los músculos se tensan y ambos estallan en un único arrebato.
El frenesí que los consumía es ahora nulo pero los dos están deseosos de volver a sentirlo. De encontrarse en la misma cama y, de nuevo, comerse.

1 comentario:

  1. Relato increíble que bien podría acompañar la música de The cure y la canción Lullaby

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